jueves, 26 de marzo de 2015

LA VIDA

La vida es un maravilloso regalo de nuestro Padre Dios y debemos saber
apreciarla y aprovecharla. Es lamentable que muchísimos hombres actuales
vivan su vida como si fueran a vivir aquí eternamente. Sólo piensan en el
placer, en las fiestas, en las cosas materiales y en buscarse un “futuro” aquí
abajo. Sin embargo, deben saber que esta vida es sólo un paso para la
eternidad, un examen, una prueba o, como diría el libro de Job, un servicio
militar (7,1).
Por eso, debes vivir con la mirada alta, con la frente serena, con la mente
puesta siempre en Dios, que te espera al final del camino. No puedes darte el
lujo de perder el tiempo, de “matar” el tiempo. Realmente es muy triste ver
muchos hombres que pierden su vida sin hacer nada útil. Se pasan horas y
horas viendo televisión, paseando sin saber adónde, hablando por hablar o
simplemente durmiendo. ¡Cuánto tiempo perdido! ¡Cuántas vidas perdidas!
¡Qué tristeza, llegar al final de la vida con las manos vacías!
Otros, por el contrario, están tan sobrecargados de trabajo, que nunca tienen
tiempo para Dios y, a veces, ni siquiera para su propia familia. Viven corriendo,
como persiguiendo el tiempo, queriendo ganar tiempo, pasan por la vida
apresurados, atropellados, enloquecidos, desbordados, nerviosos. Siempre de
mal humor, sin paz ni tranquilidad. Y no pueden hacer todo lo que quisieran,
porque “no tienen tiempo”. Les gustaría rezar, ayudar a los demás, estar más
tiempo con la familia, pero “no tienen tiempo “. “No tienen tiempo” para pensar
ni para leer. Al final, se darán cuenta de que todos sus trabajos no valían nada
para la eternidad, porque sólo trabajaban para sí mismos. Triste final de una
vida alocada, que puede terminar antes de “tiempo”, al menos antes del tiempo
que ellos quisieran.
Por eso, aprovecha bien tu tiempo, no lo malgastes. El tiempo es oro, un
regalo de Dios para crecer en el amor; pero es un regalo fugitivo que, si no lo
usas, se te va de las manos. Nunca digas que no tienes tiempo; tienes tiempo
suficiente para cumplir fielmente tu misión, pero no tienes tiempo extra, sólo
tienes el tiempo necesario.
Vive cada momento presente con intensidad y con amor. El amor es lo que da
sentido a tu vida. Vive cada minuto de sesenta segundos que te lleven al cielo.
Sé amable y delicado con todos. Toma tu vida en serio, porque sólo se vive
una sola vez, no hay una segunda oportunidad, no hay reencarnación.
Aprovecha el tiempo al máximo y da lo mejor de ti mismo. Vive cada momento
con gratitud y generosidad. Dale a tu Padre Dios los “Buenos días” cada
mañana al despertar. No te lamentes de tu pasado para deprimirte, sino para
arrepentirte y rectificar tus errores. No seas mediocre, aspira siempre a lo más
alto y más profundo, a las alturas de la divinidad. Debes ser santo, ni más ni
menos. Pídele esta gracia todos los días a tu Padre Dios. Y no te olvides que
Dios te ha encomendado una misión en este mundo que no se la ha
encomendado a ningún otro. Si tú no la cumples, habrá un vacío en el mundo.
Sé fiel a tu vocación, cumple fielmente tu misión. Sé agradecido y piensa en
ese Dios Amor que te ha creado y te llama a una felicidad eterna. Vive con Él,
por Él y para El. Vive con amor y por amor. La vida es una sucesión de cosas
pequeñas que, divinizadas por el amor, construyen la eternidad. Sin amor,
estarás “muerto” en vida. Por eso, decía Guy de Larigaudie:
“Sólo hay una cosa importante en la vida:
el amor a Dios, un amor inmenso, sin medida,
un amor de chiquillo que adora a su madre,
un amor total, que nos arrastra por completo en
cada instante de la vida hacia Dios “




PARA VER MAS


http://www.libroscatolicos.org/libros/formacion/mas_alla_de_la_muerte.pdf

No hay comentarios.: